viernes, 8 de enero de 2010

Curarme no es quererme.

Me rehabilité de mi adicción a tus aromas, y dejé de olerte.

Pude controlar el impulso que me llevaba a acariciarte, y ya no te toco.

Me curé del insomnio que me causaba el deseo de mirarte dormida, y ahora duermo.

A veces curarte es una mala decisión.